sábado, 23 de septiembre de 2017

Lora de Albacastro

Dentro de la comarca de las Loras, ascendemos y visitamos la Peña de Albacastro. De dimensiones similares a la más conocida Peña Amaya, se sitúa junto a ella y es mucho menos visitada. Partiendo del aparcamiento del castro de Amaya, rodearemos la peña por su parte sur pasando por las melancólicas ruinas del despoblado de Puentes de Amaya para, finalmente, ascender hasta su cima. Retornaremos descendiendo a través de unos espectaculares cortados hacia el profundo valle que separa las dos loras hermanas.


Lora de Albacastro







Iniciamos la excursión desde el aparcamiento de la Peña Amaya. Salimos de Burgos por la autovía de León. Tomando la salida de Sasamón, continuamos hacia Sotresgudo para llegar hasta el pueblo de Amaya. Desde esta localidad, sale la pista que rodeando la peña por su parte sur, nos deja en el aparcamiento habilitado junto a la entrada del castro. Allí, dejaremos el coche e iniciamos la excursión.

Aparcamiento junto al castro de Peña Amaya.
Frente a la Peña Amaya, al otro lado del enorme valle que hay entre las dos grandes loras, ya vemos imponente la peña o Lora de Albacastro, de dimensiones similares a la primera. Podemos comprobar que también se compone de dos filas o gradas de farallones de rocas (vestigios de diferentes etapas en su proceso de formación durante el período Cretácico, cuando toda esta comarca estuvo sumergida bajo las aguas).
Justo en el aparcamiento, nace un camino en buen estado que desciende hacia el fondo del valle que separa las dos peñas. Iniciamos la excursión emprendiendo el desenso por este camino. El desnivel con el fondo es considerable por lo que el camino realiza varios zigzags para perder altura. Antes de llegar a la orilla del río Gallinas o Valdeamaya, traspasamos una alambrada y cubrimos el tramo final descolgándonos por un empinada cuesta que sigue paralela a un pinar.

Panorámica del valle que separa las loras de Albacastro de Amaya, recorrido por el río Gallinas o Valdeamaya.
Una vez en el fondo, continuamos por nuestra izquierda siguiendo el camino que recorre todo el valle, siguiendo una línea de arbolado. Nos dirigimos ya hacia el despoblado de Puentes de Amaya.


Caminamos por terrenos muy solitarios, con muy poco tránsito, lugares olvidados muy lejos de cualquier carretera o núcleo habitado. Solo nos acompañan los cantos de los pájaros y el rumor de las hojas de los árboles que anticipan el otoño.


Continuamos por el camino que sigue el valle de Valdeamaya.
En poco más de media hora de haber iniciado la excursión, llegaremos a un pequeño soto arbolado, sobre terreno llano, rodeado de peñas, donde nos topamos con los primeros muros y ruinas de lo que fue el pueblo de Puentes de Amaya, abandonado totalmente en 1973. El lugar es bravo, magnífico, aislado, solitario, misterioso, rodeado de peñas y riscos.  Aquí, nunca llegó carretera alguna, solo existía el ancestral camino que unía Puentes con Salazar de Amaya, su única salida posible y donde siempre se dirigían sus habitantes.

Llegamos a las ruinas de Puentes de Amaya.
Es poco lo que queda ya de este pueblo del que se sabe su existencia desde al menos 1250. Solo podemos ver algunos lienzos de muros, invadidos por la maleza, separados por calles selváticas. Llama la atención la fuente de piedra, aún con agua y en buen estado, libre de maleza. Es de suponer que alguien aún la limpia y mantiene.

Visitamos los restos de Puentes de Amaya.
Si nos fijamos, encontraremos los restos de la iglesia, entre los cuales aún podemos distinguir el arco románico de su pórtico.


Ruinas de Puentes de Amaya


Los peñascos del borde sur de Albacastro cierran el horizonte por el norte. Sin duda, la peña tuvo que ser el referente de la vida diaria de los antiguos habitantes de Puentes de Amaya.

Abandonamos Puentes de Amaya y ascendemos haca una peña cercana.
Entre las calles, nace el camino que sale del pueblo dirigiéndose hacia el oeste y dejando los riscos a la izquierda. Abandonamos las casas y emprendemos una suave ascensión, dirigiéndonos hacia una gran peña que rodeamos por su derecha.


El camino se estabiliza y caminamos ya por llano. Mirando hacia nuestra espaldas, contemplamos una espléndida panorámica de la silueta de la Peña Amaya y los cantiles rocosos de Albacastro sobre las ruinas de Puentes de Amaya. Tierras severas y duras. Si nos remontamos a la era prerromana, nos imaginamos a los moradores que habitaban las cumbres de todos estos riscos, a modo de castillos defensivos.

Panorámica de la Peña Amaya a la derecha, y Albacastro a la izquierda.



El camino que llevamos se va difuminando poco a poco y confundiéndose con la linde de terrenos de labor. Seguimos por él y poco a poco vamos emprendiendo un suave ascenso hacia la derecha para aproximarnos a la roca por terreno indefinido pero evidente. No hay senderos claros, seguimos trochas ganando altitud, dirigiéndonos hacia un gran entrante que vemos cada vez más cercano. Por él, afrontaremos el asalto a la parte superior de la lora.


Llegados a los muros, lo rodeamos, ascendiendo por un pequeño vallejo a modo de cortado. Encontramos una trocha por la cual ganamos altura con más facilidad. La pendiente no es demasiado fuerte, ascendemos con relativa comodidad entre riscos y vegetación baja. Dejamos definitivamente el llano atrás.

Nos dirigimos hacia un gran entrante por el cual ascenderemos hacia la parte superior de la peña.
Tras esta primera ascensión, llegaremos a un pequeño graderío llano, desde el cual atacamos otra línea de farallones rocosos. Los superamos con facilidad y nos presentamos pronto sobre la ladera sur a la vista ya de los altos de la peña.


La cuesta final es larga, pero afortunadamente se produce por terreno limpio y despejado. Dejando aún a la vista el valle a nuestra derecha, ganamos la parte superior, donde encontramos de nuevo una alambrada que atravesamos.


Nos presentamos ya en la meseta superior de la Lora de Albacastro. Se trata de una enorme meseta desolada, sin vegetación, sin alturas ni promontorios claros. No hay construcciones, solo vemos montículos de piedras dispersos.



Nuestro GPS nos muestra como punto más alto, la cota 1345, que se halla un poco más hacia el noroeste desde nos encontramos. Seguimos hacia él guiados por la pantalla caminando por terreno prácticamente llano. Llegamos al teórico punto más alto, donde no hay nada especial que nos indique que estamos en la "cima" de la peña de Albacastro.

Nos dirigimos al punto más alto de la peña.
Estamos en una excelente atalaya sobre la comarca de las Loras, compartida por las provincias de Burgos y Palencia, de cuyo borde nos encontramos muy cerca. Mirando hacia el norte, descubrimos las loras vecinas de la Mesa y peña Lora a cuyos pies se hallan los pueblos burgaleses de Valtierra de Albacastro y Rebolledo de la Torre.



Detrás, en el horizonte, se ven perfectamente las siluetas de los gigantes palentinos, antesala de los Picos de Europa. Huelga decir que las vistas sobre la Peña Amaya, a nuestra derecha, son excepcionales.


Caminando por la meseta, nos dirigimos hacia el este, porque queremos descender al valle de Valdeamaya. Antes, tal como teníamos previsto estudiando los mapas, llegamos a los restos de una antigua antena de TV, junto a una arruinada caseta. Es un excelente lugar en donde parar, descansar, comer y recobrar fuerzas para emprender el retorno.






Continuamos. Nos dirigimos ya hacia el borde sur de la peña, cuya línea de riscos ya vemos al fondo. Cubrimos la distancia disfrutando las mejores vistas sobre la Lora de la Mesa, que queda a nuestra izquierda. Comprobamos que desde donde estamos, hay un suave y prolongado descenso que parece bajar hacia el vallejo entre las dos loras, donde se hallan los pueblos de Albacastro y Valtierra. Las casas de éste último se ven perfectamente junto a un gran circo rocoso.

Vista sobre el valle entre la Mesa y Albacastro.
Alcanzamos el borde. Durante la planificación de esta excursión, teníamos serias dudas sobre la accesibilidad de un descenso a Valdeamaya desde estos riscos. Afortunadamente, comprobamos que podemos descender por un gran cortado que atraviesa los dos graderíos que conforman la peña. Descenderemos por él. Este gran cortado era muy evidente en los mapas, pero faltaba una comprobación final de su factibilidad in situ.

Bajamos por terreo agreste, buscando la mínima pendiente.
Emprendemos el descenso. Un camino difuso, pedregoso, muy empinado, zigzaguea y atraviesa los murallones que componen la mole superior de la lora. Con cierto cuidado, hay mucha gravilla, perdemos altura y alcanzamos el nivel intermedio de la ladera sur. Nos plantamos a medio camino de los dos graderíos. A esta zona se la conoce como los "Arreaderos de la Sierra de Albacastro".



Durante el descenso, hemos disfrutado de las mejores panorámicas de la Peña Amaya, que tenemos frente a nosotros y podemos contemplar en toda su totalidad.

Ya vemos el segundo cortado que atraviesa el graderío más bajo. Al fondo, Amaya.
Llegados a la base entre graderíos, donde encontramos vacas pastando, no tenemos más remedio que bordear un poco por nuestra derecha para encontrar el mejor punto donde incorporarnos a un marcado camino que recorre este pequeño llano y veíamos durante el descenso. Llegamos a él y deshacemos unos metros hasta llegar a la entrada del segundo cortado, no menos espectacular.

Dejamos el primer graderío atrás.
Segundo cortado a través del cual alcanzaremos el fondo del valle.
A modo de cluse, este cortado nos permite superar la segunda fila o barrera de farallones rocosos. Fácilmente, continuamos por el camino (cuidado no perderlo porque a ratos se difumina) para ir acercándonos hasta el fondo del valle. Cerca ya del arroyo Gallinas, el camino discurre entre los árboles.


Continuamos descendiendo por terreno agreste hacia el valle.
Tras dejar un abrevadero, llegamos al río, que cruzamos por un rústico puente. Comprobamos que el cauce está completamente seco, consecuencia lógica de un largo y caluroso verano.


Camino de Valdeamaya, entre las dos loras.
Ya por la otra orilla, incorporados a la amplia pista que recorre todo Valdeamayas, solo tenemos que cubrir el escaso kilómetro y medio que nos separa del aparcamiento.

De vuelta, tenemos los riscos de Albacastro a nuestra derecha.
Para ellos, remontamos la ladera NO. de Peña Amaya, donde encontramos más vacas pastando por estos tranquilos lugares.

Tramo final hacia el aparcamiento del castro de Amaya.
En este tramo final, más avanzado el día y con más luz, es donde obtenemos de las mayores panorámicas y fotos del valle de Valdeamaya y la lora de Albacastro.


Casi cuatro horas después de haber iniciado la excursión, llegamos al aparcamiento, que encontramos más concurrido de coches. Con total seguridad, casi todos sus ocupantes están visitando la Peña Amaya, pero ninguno la Lora de Albacastro.



LORA DE ALBACASTRO
Espacio natural
Loras burgalesas.
Dificultad
Baja.
Tipo de camino
Senderos y terreno libre por la meseta superior de la peña.
Ciclable
No.
Agua potable
Podemos encontrar en la fuente del despoblando de Puentes de Amaya.
Tipo de marcha
Circular.
Orientación
Medio, aunque el recorrido es bastante intuitivo, hay que prestar atención en encontrar el descenso correcto en el retorno a Amaya. No hay ningún tipo de señalización.
Época recomendable
Todo el año, aunque atención en presencia de nieve y días de calor en verano.
Inicio
Aparcamiento de visitantes de Peña Amaya (Amaya).
Distancia de Burgos
68,6 kilómetros.
Tiempo total
3 horas 55 minutos.
Tiempos de marcha
Aparcamiento-Puentes de Amaya: 35 minutos; Puentes de Amaya-Cima Albacastro: 1 horas 20 minutos; Albacastro-Aparcamiento: 2 horas.
Distancia total
12,1 kilómetros.
Interés
Loras de Albacastro y Amaya, ruinas de Puentes de Amaya.
Altitud mínima
981 m.
Altitud máxima
1350 m.
Desnivel acumulado
597 m.
Mapas
1:50000: 0133 Prádanos de Ojeda; 0134 Polientes; 0165 Herrera de Pisuerga; 0166 Villadiego.
1:25000: 0133-4 Prádanos de Ojeda; 0134-3 Quintanas de Valdelucio; 0165-2 Herrera de Pisuerga; 0166-1 Amaya.

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Notas:
- Hay otros itinerarios posibles para ascender a la meseta superior de la Lora de Albacastro:
  • Partiendo de Rebolledo de la Torre, por su lado NO., saliendo por una pista que por el sur se dirige hacia la ermita de Villova, cerca del cortado de acceso que hemos descrito arriba (quizás es ésta la ruta más habitual).
  • Desde los pueblos de Valtierra y Albacastro, por su ladera norte, ascendiendo por una larga y suave ladera que nos deja directamente sobre la meseta.
  • Desde el portillo de la carretera que une Rebolledo-Traspeña con Valtierra de Albacastro, subiendo por un empinado portillo que nos deja sobre  la no menos interesante Peña Castro, un prominente risco ubicado en el extremo NE. de la lora justo enfrente de la cima norte de Amaya.
- A las ruinas de Puentes de Amaya podemos llegar en coche tomando una amplia pista que parte del pueblo de Salazar de Amaya, y recorrer unos cuatro kilómetros.

Entradas relacionadas:


Mapa topográfico


Perfil de elevación

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domingo, 17 de septiembre de 2017

Desfiladero del Molinar

El río Molinar, nace cerca del Portillo de Busto, en los Montes Obarenes. En su camino hacia el Ebro, ha labrado un desfiladero entre las localidades de Tobera y Ranera. Hoy, una carretera lo atraviesa y sirve de comunicación entre la zona de Frías y la Bureba. En esta excursión, recorremos los montes que flanquean el desfiladero.


Desfiladero del Molinar




Para llegar a Ranera, hay varias posibilidades. Podemos salir por la N-1 y una vez pasado Briviesca, tomar el desvío hacia Busto de Bureba. Atravesamos el Portillo y continuamos en dirección Frías. Unos 6 kilómetros antes, llegamos a Ranera, punto inicial de nuestra excursión. La segunda posibilidad es acceder a través de Oña. Desde allí, tomaríamos el desvío a Barcina de los Montes y La Aldea, para continuar hasta Ranera. Esta última opción es más larga ya que el tramo Oña-Barcina es lento. El caserío del pueblo se desparrama sobre un llano a ambos lados de la carretera, justo a la entrada del desfiladero del río Molinar.

Ranera.
Podemos dejar el coche en cualquiera de sus calles, nosotros lo hacemos en el barrio de la izquierda, junto a la iglesia.

Allí mismo, al lado del templo, parte el camino hacia Villanueva de los Montes, por el cual iniciamos la marcha.

Este camino, en buen estado, va avanzando dejando la carretera abajo a nuestra derecha y poco a poco va ganando altura. Caminamos por solitarios parajes.

Camino de Ranera a Villanueva de los Montes.
Vista del desfiladero del Molinar desde el camino a Villanueva de los Montes.
Es una marcha cómoda, recorremos varios kilómetros introduciéndonos en la Sierra de la Llana, que se presenta deforestada en este su lado oriental.


Ya sobre el páramo, continuamos por caminos polvorientos hacia Villanueva de los Montes.
Caminando ya por llano, aproximadamente una hora después de haber salido de Ranera, llegamos a la vista de las primeras casas de Villanueva de los Montes. Muy aislado, al pueblo solo se tiene acceso por una carretera local que sube desde la vertiente oeste nada más pasar el desfiladero del Oca, muy cerca de Oña. El pueblo ocupa un llano a la sombra de varias peñas agrestes que caen por el lado norte hacia el Ebro.

Llegamos a a Villanueva de los Montes, ubicado en un solitario paraje.
Estamos en agosto y hay veraneantes en el pueblo, que parece estar despoblado en invierno. Aunque el desvío a Tobera sale un poco antes de llegar a las primeras casas, decidimos bajar hasta él para visitarlo. El estado de sus casas es mejor de lo previsto.

Villanueva de los Montes


El templo, de estilo románico, está arruinado por dentro. Algunas construcciones de arquitectura tradicional han sobrevivido. Una vez visitado el pueblo, deshacemos el recorrido que traíamos unos doscientos metros y tomamos el desvío por nuestra izquierda. Continuamos ahora por un camino que se dirige hacia el este entre sembrados. De frente y a nuestra derecha, nos acompaña la alienación montañosa que culmina en el pico San Vicente, la cumbre más destacada de este pequeño cordal. El camino emprende un suave ascenso para remontar esta cresta. Vamos bien de tiempo, así que pasando junto a la cima del San Vicente, que queda a nuestra derecha, intentamos acceder a su cima.

Panorámica de la Sierra de la Llana desde lo alto del San Vicente. Al fondo, los primeros relieves de la Sierra de la Tesla y la llanada de Villarcayo.
Desde el camino principal, un estrecho sendero parece subir hacia el monte, totalmente arbolado y de aspecto salvaje. En un primer momento, ganamos altitud abriéndonos paso por un estrecha trocha, para en poco, abandonarlo y continuar ya en línea recta hacia la cima por terreno difícil. Abriéndonos paso entre los árboles y los matorrales, llegamos hasta la cima, algo imprecisa ya que está cubierta de espesa vegetación. Vistas limitadas porque la espesura nos limita las vistas.

Emprendemos un empinado descenso hacia la carretera que une Frías con Tobera, siguiendo un tendido de alta tensión.

Descendiendo hacia Frías.
Descendemos y volvemos al camino por el cual emprendemos el descenso definitivo hacia el valle. Seguimos un tendido de alta tensión. Al fondo, observamos la silueta del Humión, cumbre señera en todo el NE. de la provincia de Burgos (de hecho esta interesante montaña ocupa el significativo puesto 61 entre las cumbres más prominentes de toda la península). Frías está cercano, abajo en el valle junto al Ebro, pero no podemos verlo.Continuamos y nos desviamos por la derecha tomando un ramal que desciende entre los pinos hacia la carretera. El sendero zigzaguea salvando un fuerte desnivel y en poco desemboca sobre el asfalto, a la vista ya de las casas de Tobera. Nuestro plan es continuar por él y obviar a Frías, que queda a la izquierda. Entramos en las calles del pueblo.

Alcanzamos la carretera a muy poca distancia de Tobera.
Tobera es un encantador pueblo, muy cerca de Frías, ubicado justo en el curso bajo del río Molinar y se halla rodeado de riscos y paredes calizas. El río tiene que salvar un fuerte desnivel desde el desfiladero, por lo que se precipita por las calles del pueblo a través de sucesivos saltos canalizados.


Tobera


Cruzamos el río por el centro del pueblo y subimos por unas escaleras en la otra orilla. Todo el recorrido disfrutamos de bonitas vistas sobre el río y sus cascadas.

Saltos de agua en la zona alta del pueblo.
Seguimos por el sendero que abandona el pueblo y continua hacia la cercana ermita de la Virgen de la Hoz, acompañada por la pequeña ermita del Cristo. Ambas se hallan ubicadas en un encantador paraje a la sombra de una gran pared rocosa, en la salida del desfiladero. La foto de la ermita con el puente románico es una de las más características de esta parte de Burgos. Hay muchos visitantes y turistas, Tobera es visitado también por muchos de los que se acercan a la más célebre Frías.

Magnífico cuadro de la ermitas de Nuestra Señora de la Hoz y del Cristo, ubicadas en pintoresco paraje muy cerca de Tobera.
Desde la ermita, podríamos ir hasta Ranera caminando por la carretera. De hecho la distancia es corta (algo menos de tres kilómetros), pero preferimos cubrir este tramo por el monte. Tomaremos un sendero que por la margen izquierda remonta el desfiladero.


Cascada del Cristo, a muy poca distancia de la ermita de la Virgen de la Hoz.
Así pues, salimos del entorno de la ermita siguiendo el arcén izquierdo de la carretera. En apenas cien metros, divisamos a la derecha una magnífica cascada que parece brotar de la roca caliza vertical. Una vecina de Ranera nos comentó posteriormente que el salto de agua es natural (no procede de ninguna conducción) y la llaman “cascada del Cristo”. Merece la pena acercarse hasta su base, para lo cual hay que superar un pequeño talud y abrirse paso por la vegetación, para descubrir una preciosa poza en su base.


Retornamos a la carretera y continuamos unos trescientos metros más hasta el desvío por la izquierda, muy evidente que nos saca del asfalto.


Tras cruzar el río por un puentecito, continuamos por un estrecho sendero que se abre paso entre la vegetación y se dirige hacia el monte.

Bellas panorámicas sobre el Valle de Tobalina y el majestuoso Humión desde el Monte de Valdemoro.
Poco a poco, vamos subiendo penetrando en el pinar y avanzando por la ladera. Es el llamado Monte de Valdemoro, un pequeño macizo a caballo del Valle de Tobalina y los Obarenes.

Utilizando los prismáticos, al fondo, visualizamos por fin la Ciudad de Frías.
A nuestra izquierda, por fin podemos contemplar la ciudad de Frías, junto con magníficas vistas sobre el Valle de Tobalina. Hacia el frente, sobresale de nuevo la inconfundible silueta del monte Humión. Su ascensión desde Frías nos parece que puede ser una muy interesante excursión que dejamos para otra ocasión.


Alcanzamos el punto más alto del monte.
El sendero se introduce en el bosque, en algunos puntos encontramos árboles cruzados que debemos vadear. Continuamos subiendo hasta llegar al punto más alto donde hay una gran antena.

Descendemos hacia la carretera junto a Ranera por un amplio camino.
Ranera se halla al otro lado, a nuestra derecha, pero no lo vemos. Tenemos que bajar aún por la ladera norte hacia la carretera, cosa que hacemos fácilmente ya que el camino se ensancha y baja con decisión. Entramos en poco en las primeras casas del pueblo.

Ranera, visto de lo alto del Monte de Valdemoro.
Este barrio ubicado al otro lado de la carretera, muestra interesantes ejemplos de arquitectura tradicional.


Tras pasar un arco y bajar a la carretera, subimos a la calle de la iglesia donde hemos dejado el coche, finalizando esta excursión.

Ranera, casas junto a la carretera de Frías.


DESFILADERO DEL MOLINAR
Espacio natural
Desfiladero del Molinar, en las Merindades.
Dificultad
Baja.
Tipo de camino
Caminos y senderos de montaña.
Ciclable
Sí.
Agua potable
Encontraremos en los pueblos de Villanueva de los Montes, Tobera y Ranera.
Tipo de marcha
Circular.
Orientación
Fácil, está señalizado aunque hay que prestar en algunos tramos en no perder el camino.
Época recomendable
Todo el año.
Inicio
Ranera.
Distancia de Burgos
76,5 kilómetros.
Tiempo total
4 horas 15 minutos.
Tiempos de marcha
Ranera-Villanueva de los Montes: 1 hora; Villanueva de los Montes-Tobera: 1 hora 25 minutos; Tobera-Ranera: 1 hora 10 minutos.
Distancia total
13,5 kilómetros.
Interés
Desfiladero del Molinar, pueblo y ermita de Tobera, pueblo de Villanueva de los Montes, panorámicas sobre Frías, el Valle de Tobalina y el Humión.
Altitud mínima
569 m.
Altitud máxima
957 m.
Desnivel acumulado
815 m.
Mapas
1:50000: 0316 Oña.
1:25000: 0316-2 Quintana Martín Galíndez; 0316-4 Miraveche. 

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Notas:
- Aunque el recorrido está señalizado y todo el itinerario es muy intuitivo, hay que prestar atención en algunos cruces en no perder el rumbo.
- Tobera es un excelente ligar para parar, descansar, visitar sus cascadas y tomar algo ya que hay un bar.
- Desde Ranera, es muy fácil acercarnos hasta Frías, muy cercana, y visutar esta bella localidad burgalesa.


Frías



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